Durante miles de años, el hombre se ha visto deseoso de resolver interrogantes como la procedencia de la humanidad y el origen del Universo como se conoce. A pesar de que mucho se ha descubierto sobre este último cuestionamiento y se ha llegado a una conclusión universalmente reconocida (el Big Bang), aún quedan misterios por explorar para comprenderlo a detalle. Lo anterior dio pie a la creación del Large Hadron Collider (LHC), cuyo principal objetivo es saber cómo fue el Big Bang y recrear los momentos inmediatamente posteriores a él.
Conocido más comúnmente como la “Máquina de Dios”, el LHC es un acelerador de partículas ubicado a 100 metros bajo tierra en un túnel circular de 27 kilómetros, entre Francia y Suiza. Tiene como función, según el físico Alejandro Gangui, hacer colisionar protones hadrón, los cuales son relativamente pesados, para recrear las condiciones más energéticas que hubo en el Universo embrionario, cuando este tenía solamente una millonésima de millonésima de segundo.
Aún con todos los beneficios que puede brindar para la ciencia y sus aplicaciones en otras áreas, existen especialistas en la comunidad científica que aseguran que su funcionamiento puede poner en peligro a todo el planeta, denunciando casos catastróficos hipotéticos, como formación de agujeros negros estables e inestables, monopolos magnéticos y demás disfunciones magnéticas.
Sea verdad o no, el continuar con LHC es un tema que se presta para discusión que puede aterrizarse no solamente desde el área científica, sino también del lado legal y financiero.
Referencias:
Infobae (2010). Para qué sirve la “Máquina de Dios”. Infobae. Recuperado de http://www.infobae.com/2010/03/30/508505-para-que-sirve-la-maquina-dios/
Carnielli, L. (2008). LHC entra en funcionamiento: ¿es el fin del mundo? DrGEn. Recuperado de http://www.drgen.com.ar/2008/06/lhc-entra-en-funcionamiento-es-el-fin-del-mundo/